Fondos compradores de deudas: explotar la miseria de las personas.
Venta de carteras de deudas y de activos inmobiliarios
En los últimos años se han producido muchas operaciones de venta de carteras de deudas y de activos inmobiliarios de bancos a los llamados «fondos buitre».
Esto, se debe a la necesidad de limpiar los balances de préstamos y créditos que son de difícil recuperación.
Muchas veces estos créditos son directamente incobrables.
Para ello se venden a un precio muy bajo a diversos fondos, quienes compran estas deudas y se encargan de intentar cobrarlos por su valor nominal.
El valor nominal es aquel por el que figura en el balance del banco, o sea, lo que supuestamente adeuda el cliente.
Es decir, si de un crédito de 10.000 euros que concedió un banco a un cliente, restan por pagar 7.000 euros, este es el valor nominal.
En la mayoría de los casos se les suma intereses, comisiones y gastos por el impago.
Si el «fondo buitre» consigue cobrarlo, ha hecho un gran negocio, ya que lo ha comprado por un precio muy bajo.
Por eso, no es de extrañar que sus manera de actuar para cobrarlos sean muy agresivas.
Si usted ha recibido una carta de alguno de estos fondos puede ser consecuencia de que le debía a otro banco, caja o financiera, y el préstamo estaba impagado.
También utilizan estos servicios diversas compañías de servicios de gran consumo, como las de telecomunicaciones.
El «modus operandi» de las compradoras de deuda
La primera carta que mandan es de aviso, comunicando la compra de la deuda, y exigiendo el pago.
Si no obtienen respuesta, le pondrán una demanda en el juzgado.
Consulte en nuestro apartado relativo a los juicios monitorios que debe hacer en ese caso.
En los últimos meses han presentado decenas de miles de demandas de juicios monitorios a clientes de Banco Santander, Cajamar, Financiera Carrefour.
También a clientes de Caja España-Duero, Banco Sabadell, ING, BNM, Unicaja y Bankinter.
Esto ha sido tras firmar con estas entidades diversos contratos de venta de carteras de deudas.
Por su parte, Intrum Justitia está reclamando deudas compradas a Santander, Sabadell, Vodafone y Caixabank, entre otros.
No solo son bancos los que venden sus deudas. Los fondos también compran deudas a otras empresas.
Compañías de telecomunicaciones como Vodafone, con una deuda bestial, sanean sus balances vendiendo deuda de sus clientes difícil de cobrar.
El problema es que de estas deudas vendidas, muchas ya son directamente incobrables por estar prescritas.
Aún así, los fondos buitre siguen reclamándoselas a la gente, con la esperanza de que la ignorancia y la pasividad de las mismas les dé en los Tribunales lo que de otra forma no podrían cobrar.
¿Si yo le debo a un banco, por qué me reclama otra entidad?
Cuando usted contrata un préstamo, o compra a crédito, se compromete a abonar el importe que se le ha prestado más los intereses, y en el plazo fijado.
Da igual si esta operación es un préstamo personal, una compra con tarjeta de crédito, un préstamo hipotecario, una línea de crédito, etc.
Mientras usted cumpla con su obligación de pago, todo irá bien.
La entidad que le ha financiado va recuperando su inversión y ganando dinero con los intereses que le cobra.
De esa forma, el dinero que recupera vuelve a prestarlo a otras personas que lo invierten en la adquisición de productos o servicios.
En muchos otros casos, el préstamo se dedica a refinanciar deudas anteriores.
El crédito es algo consustancial a la economía moderna.
Antes, las personas ahorraban para poder adquirir algo en el futuro.
Se privaban de una parte de sus ingresos con la intención de invertirlos más adelante en cualquier bien que anhelaran.
Sin embargo, ahora es al revés: las personas queremos las cosas, y las queremos ya.
No estamos dispuestos a ir ahorrando para dentro de varios años poder disfrutar de un televisor, un coche, una casa nueva, o irnos de vacaciones al Caribe.
Cómo lo normal es que no dispongamos de liquidez para financiar tales bienes, el sistema financiero nos ofrece la posibilidad de “adelantarnos” lo que vale en forma de crédito, para que dispongamos de ellos ya.
Por lo tanto, con el crédito lo que estamos haciendo es gastar hoy lo que vamos a ganar mañana.
Todo eso está muy bien pensado, y así de esa forma, se mueve esta economía basada en el consumo.
Sin embargo, se dilapida y derrocha una ingente cantidad de recursos y hace terribles daños al planeta.
Pero por ahora, y mientras los seres humanos no cambiemos de mentalidad, es lo que hay.
El problema es, como decimos, que comprometemos nuestros ingresos futuros para gastar ahora.
¿Es cierto que los fondos buitre compran las deudas muy baratas?
Sí, es cierto.
Los fondos oportunistas, o «fondos buitre« compran esas deudas muy baratas, entre un 5 y un 10 por ciento de su valor nominal.
En ocasiones incluso menos.
Pero ojo, no todo el monte es orégano ni es oro todo lo que reluce.
El precio es tan barato porque es una deuda problemática: si el banco o la financiera la vende barata, es porque tiene graves dificultades para cobrarla, si no ¿de qué?
Mucha de esa deuda es directamente «deuda basura», que jamás se cobrará, por las siguientes razones, entre otras:
- Deudores que han fallecido.
- Deudores que que no tienen ingresos ni patrimonio para cobrarle.
- Deudas con falta de documentación que hace inviable una reclamación judicial.
- Deudores extranjeros que han vuelto a su país de origen sin pagar, etc.
¿Yo puedo comprar esa deuda al mismo precio que la compra el fondo buitre?
En teoría sí, ya que la ley reconoce el derecho de retracto, pero para ello se tienen que cumplir una serie de condiciones que en la práctica se dan muy pocas veces.
Es imprescindible que la deuda sea litigiosa, es decir, que esté inmersa en un pleito, que se haya contestado a la demanda, y que todavía no se haya dictado sentencia.
El art. 1535 del Código Civil lo dicta de esta manera:
«Artículo 1535.
Vendiéndose un crédito litigioso, el deudor tendrá derecho a extinguirlo, reembolsando al cesionario el precio que pagó, las costas que se le hubiesen ocasionado y los intereses del precio desde el día en que éste fue satisfecho.
Se tendrá por litigioso un crédito desde que se conteste a la demanda relativa al mismo.
El deudor podrá usar de su derecho dentro de nueve días, contados desde que el cesionario le reclame el pago.»
O sea, que si Investcapital Ltd. ha comprado una deuda a tu cargo y el asunto está en el juzgado desde antes de la compra, y aun no se ha dictado sentencia, cuando el fondo te reclame dicha deuda tienes el derecho a ejercer el retracto.
Pero sólo tienes nueve días para hacerlo. Si se pasa ese plazo, perderás la ocasión.
No son muchas las sentencias que han dado la razón a los que han reclamado.
El Tribunal Supremo tuvo ocasión de pronunciarse en 2020 y 2021 sobre esta cuestión.
El sistema económico no es perfecto
Pero… ¿qué pasa si esos ingresos futuros previstos no llegan? ¿o llegan en menor cantidad?
La respuesta es simple: no podremos atender nuestras obligaciones financieras.
Y si esto ocurre, el sistema (que está cogido con cuatro palillos) y que se basa en la confianza, se viene abajo.
Si usted no paga, porque por ejemplo, pierde su empleo y se queda en paro, o le reducen el sueldo, o viene una crisis como la del COVID-19 y le dejan en la calle, la entidad financiera no recupera su inversión.
Y tampoco gana nada, al menos en principio, porque aunque le pongan muchos intereses por mora, usted tampoco puede pagarlos.
Si hay muchas personas en su misma situación, se desata la tormenta perfecta y entramos en crisis.
Cuando las entidades financieras tienen una amplia cartera de operaciones fallidas o sea, que no se han cobrado, total o parcialmente, y no prevé que se puedan cobrar, hacen suyo aquel refrán que dice “de lo perdido saca lo que puedas”.
Venta de paquetes de deudas
Para ello, lo que hacen es juntar un “paquete” de estas operaciones, y las pone a la venta para su venta a fondos oportunistas que las compran tiradas de precio.
Estos conocen que muchas de ellas son papel basura, que jamás van a poder cobrar.
Sin embargo, saben que otras muchas si podrán cobrarse, por las buenas o por las malas.
Y esto es así porque muchas de estas deudas pertenecen a personas que han pasado una mala racha y han dejado de pagar, pero que se recuperarán más adelante y podrán hacer frente al pago de dicha deuda.
De esa forma, el banco se quita un peso de encima, gana algo con la venta, y el fondo oportunista (popularmente conocido como “fondo buitre”) se dedica a especular con la misma.
El fondo acosa a los deudores para que paguen.
Saca lo que puede y con lo que le queda intenta venderlo a su vez, en una espiral que a veces supone que la misma deuda ha tenido cuatro o cinco dueños.
Todas estas operaciones de venta de carteras de deuda se hacen ante notario.
El comprador pasa entonces a ocupar la posición legal del primer acreedor (o sea, con quien usted contrató) y puede exigirle que le pague lo que le debía a ese primer acreedor.
Por eso, a usted ya no le reclama el banco o financiera con quien firmó el contrato, sino el último tenedor de la deuda.
Ventas de activos inmobiliarios
Las entidades financieras llegaron a acumular muchos inmuebles desde la crisis de 2007, a consecuencia de que no pudieron venderse todos los construidos
También por los desahucios padecidos por las personas hipotecadas que dejaron de atender sus pagos, lo que supuso para estos bancos un grave problema.
Técnicamente hablando, estos inmuebles lastraban sus balances, porque a pesar de su valor, son activos a los que no podía dar una salida rápida.
El sistema bancario por definición, precisa liquidez, o sea, necesita que los intercambios de dinero sean rápidos.
De esa forma obtiene beneficios.
No los obtiene si se encuentra con una gran cartera de inmuebles a los que no saca provecho y que además le provoca gastos.
Es un dinero invertido que no rinde beneficios.
Por eso, el gobierno, siempre al servicio del poder financiero, acudió al rescate.
Se inyectaron 122.000 millones de euros de dinero de todos los españoles, de los que ya se han dado por perdidos más de la mitad.
Nos vendieron que era un préstamo, pero al final ha sido también un préstamo fallido.
¿Quién se los habrá quedado? El dinero, cómo la materia (que no se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma) no se pierde: simplemente cambia de manos.